sábado, 14 de septiembre de 2013

LA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS A MÉXICO


LA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS A MÉXICO

Una guerra que tarde o temprano tendría que producirse, ya que las ambiciones yanquis sobre nuestro territorio novohispano databan desde la consolidación de la República Federativa y Democrática de los Estados Unidos de América, después del Tratado de amistad y cooperación con España, Inglaterra y Francia, anexo al de Versalles, Francia en 1783.

Los gobiernos de los Estados Unidos desde el de George Washington, hasta el de James N. Polk, tuvieron todo el tiempo necesario para preparar la guerra de rapiña sobre un país previamente desorganizado y debilitado,  por la actuación de la Masonería yanqui y su influencia indiscutible sobre los revolucionarios y los ambiciosos políticos mexicanos. Que al fin y al cabo, terminarían por traicionar al pueblo católico de México postrándose a los pies de sus enemigos naturales: los angloamericanos protestantes y masones.

La guerra contra México comenzó con mentiras, agravios, insultos y amenazas, como  la y separación de los colonos texanos en 1836 para formar un Estado independiente bajo la protección de los Estados Unidos, y luego, la toma del puerto de Monterey en Alta California en 1842, la capital Santa Fe de Nuevo México y el puerto de  San Diego. Sin haber mediado ningún estado de guerra ni amenazas de los gobiernos mexicanos que estaban atados de manos y pies por su desorganización, falta de medios económicos y obediencia a las logias masónicas pro yanquis. Solamente fue hasta el 11 de mayo de 1846 que el presidente James Polk, de acuerdo con el Congreso declaró oficialmente la guerra a nuestro país, ya que sus tropas habían invadido, de hecho, diversas partes del territorio mexicano.

La campaña del Winfield Scott general en jefe, comenzó en Veracruz en marzo de 1847 y terminado en las afueras de la ciudad de México, había durado más de medio año. Por tanto para septiembre estaba por terminar la guerra más injusta contra un país que no había agredido a ningún otro, que no poseía territorios usurpados, ni sembrado violencias, ni rivalizado con alguna otra nación. México estaba inerme y pobre, con un ejército en condiciones lamentables, la mayor parte producto de las levas. La marina del Golfo la componían 10 buques de vela viejos, con trescientos ochenta tripulantes y catorce piezas de artillería. El ejército de tierra estaba disgregado y había sufrido derrota tras derrota. El peso de la defensa la habían hecho  los particulares armados en forma de guerrillas que hostilizaban constante mente al enemigo. Ese era el panorama que presentaba. El país agredido ya no daba para más, solamente quedaban los actos heroicos como el de los cadetes del Colegio Militar, exigua minoría de valientes.





LOS NIÑOS HÉROES

EL ASALTO AL CASTILLO DE CHAPULTEPEC

Hoy día 13 de septiembre se cumplen 166 años de su Gesta

Era el 11 de septiembre de 1847, el general en jefe de las tropas agresoras yanquis  Winfield Scott determinó atacar la capital de México por el lado del Castillo de Chapultepec, con un constante bombardeo de la artillería, haciendo grandes destrozos del alcázar y desmoralizando a los defensores que no contaban con almas de largo alcance.

En la madrugada del día 13 se hizo más intenso el bombardeo y a las ocho de la mañana se comenzó el asalto con cuatro divisiones cada una por los cuatro costados del castillo con un total de unos 7000 efectivos. Mientras que el general Nicolás Bravo solamente contaba para repeler a los enemigos con 832 hombres dispersos en diversos puntos del edificio.

Los defensores debían ser apoyados por  escasos 2450 soldados del general Rangel en las calzadas cercanas y más de 3000 soldados dirigidos por Juan Álvarez en la Hacienda de los Morales. Pero estas tropas de apoyo no se movieron de sus lugares ni entraron en acción traicionando a su patria. Existe una carta de uno de los cadetes defensores del Castillo de Chapultepec denunciando la inaudita falta de esas tropas:

“José Hilario Pérez de León oficial escribiente del Archivo general de la República Mexicana, ante V.E. con el respeto debido digo:  q. desde el 13 de septiembre último tuve la desgracia de perder enteramente mi brazo en el punto de Chapultepec, sosteniendo los derechos nacionales entre los alumnos del Colegio militar, donde me presenté y fui agregado por orden del E.S. Gral. D. Nicolás Bravo q. a la vez se encontraba mandando el referido fuerte, y (fuimos) los únicos q. cumplieron con sus deberes en el mismo, porque todas las demás tropas faltaron y por cuyo motivo fuimos envueltos por el enemigo, y yo, mutilado sin provecho de mi amada Patria….”

Murieron heroicamente el teniente Juan de la Barrera y los alumnos Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez, Juan Escutia y Francisco Márquez,  tres más quedaron heridos: Hilario Pérez de León, Andrés Mellado y Agustín Romero.

Cayeron prisioneros el general Mariano Monterde director del Colegio Militar, 16 de sus subordinados: Capitán Francisco Jiménez; Tenientes Manuel Alemán, Agustín Díaz, Luis Díaz y Fernando Poucel; Subtenientes Ignacio de la Peza, Amado Camacho, Luis G. Barnet y Mnuel Poucel; Despensero Eusebio Llantadas. Otros: Mariano Azpilcueta, Fernando Soto, Francisco Jiménez, Capellán Pablo Carrasco,  Cirujano Rafael Lucio, Rafael Landero.

2ª Compañía: Teniente Coronel Tomás García Conde. Teniente Joaquín Argáiz, Sargento Teófilo Novis, Corneta Antonio Rodríguez.

39 alumnos de fila:

Joaquín Moreno, Pablo Banuet, Horacio Valle, Francisco Leso, Antonio Solá, Sebastián Trejo, Luis Delgado, Ruperto Pérez de León, Cástulo Galicia, Feliciano Contreras, Francisco Morales, Miguel Miramón Tarello, Gabino Montes de Oca, Luciano Becerra, Adolfo Unda, Manuel Díaz, Francisco Morel, Vicente Herrera, Onofre Capelo, Magdaleno Yta, Emilio Laurent, Francisco Molina, Mariano Cobarrubias, Bartolomé Díaz de León, Esteban Zamora, Manuel Ramírez de Arellano, Ignacio Burgoa, Lorenzo Pérez Castro, Carlos Bejarano, Isidoro Hernández, Santiago Hernández, N. Escontría, Ignacio Valle, Rafael Landero, Wenceslao Ferriz, Justino García, Simón Álvarez, Ignacio Ortiz, Ramón Rodríguez.

El 23 de diciembre de 1847 se creó una Cruz especial para los mismos defensores y, en 1884 se dispuso que en el Colegio Militar se les siguiera pasando lista. Para celebrar el Centenario de la Batalla de Chapultepec, se rescataron los restos de los jóvenes héroes que estaban enterrados en el bosque al pie del Castillo, donde se eleva un pequeño monumento conmemorativo. El 27 de septiembre de 1952 se levantó el soberbio monumento situado al comienzo del Paseo de la Reforma, en la ciudad de México.

Recordemos a estos héroes sin mancha, sin compromisos políticos. Para ellos solamente contaba la defensa de la Patria contra la guerra más injusta de una potencia rapaz a una nación debilitada, desunida y traicionada por sus propios gobernantes en 25 años de luchas de partidos.

¡VIVAN NUESTROS NIÑOS HÉROES!

 Luis G. Pérez de León R. 13 de septiembre 2011

Editó Luis Ozden.

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