domingo, 15 de septiembre de 2013

REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA DE 1847




Estamos ya en el segundo milenio, a más de ciento cincuenta años de la gesta de aquellos adolescentes. ¿Cuál es la lección que podemos obtener de su sacrificio?

A los Héroes de 1847.  El patriotismo movió, a unos a entregar sus vidas, y a los sobrevivientes de esa guerra, la frescura de su juventud y la formación católica que habían recibido de sus familias.

Las consecuencias de esa desastrosa guerra fueron resultado, de la ineptitud y traición de sus gobernantes; de la ausencia de verdadero patriotismo, de la tibieza del pueblo, así como de la mayoría de la jerarquía católica, en los 50 años anteriores al desastre. En conjunto, los componentes de la República de los Estados Unidos Mexicanos sufrieron el brazo de la Justicia de Dios,  como el pueblo de Israel en la antigüedad, a causa de sus desvíos, había sido esclavizado, masacrado y dispersado tantas veces en su historia.

También México, había perdido con ese enfrentamiento, la parte más rica y extensa de su territorio, la totalidad de su magro armamento, el honor, y el respeto  a los ojos del mundo. Atado de manos y pies, humillado, insultado y despreciado por sus agresores y victimarios. El pueblo mexicano quedó desmoralizado y escéptico de sí mismo. Sin jefes naturales que lo elevaran a estadios mejores, porque en su gobierno habían quedado los traidores, esos mismos que habían entregado todo un país, al Anticristo, en beneficio de sus intereses personales y de partido. El heroísmo, con que  se defendieron los pocos que tuvieron la oportunidad de hacerlo, no aprovechó a la mayoría,  solamente se quedó en el nivel individual. Nadie, hasta hoy, ha  reconocido el grado de culpabilidad de la entera sociedad mexicana de entonces por su desorganización, imprevisión, dejadez y egoísmo.

Para reflexionar sobre el estado de postración en que quedó México en aquella época, y aprender la lección. Debemos ver lo que pasa hoy en día con nuestra nación, demos verla con la inteligencia, haciendo una crítica justa y constructiva, sin vanos sentimentalismos.

Hemos de comenzar por la realidad de nuestras familias, nuestros vecindarios, nuestros trabajos; observar la clase de gente que habita en sus poblaciones y en sus campos. Meditar sobre la ineducación y la incultura que padece,  lo que podemos observar diariamente. También consultar las publicaciones y las estadísticas más confiables.

Preguntarnos: ¿Qué queremos de esta nación?; puesto que formamos parte de ella, ¿Queremos entregarla a Cristo o seguir al Anticristo? Ya que estamos en el momento de las definiciones. Hay que ver dónde está el Mal y quienes lo representan, esa debe ser nuestra primera pregunta y nuestra primera respuesta.

Podemos hacer largas listas y sesudas respuestas: planes educacionales, económicos, industriales, militares o sicológicos;  sin embargo, quienes seguimos la Tradición Católica de la Iglesia tenemos a mano, la respuesta más efectiva en la Palabra de Jesucristo Nuestro Señor, cuando hablando de la solicitud por lo temporal dice a sus discípulos: “Buscad primero el Reino de Dios y Su Justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura”,  San Mateo cap. 6- 33.

Si nuestras personas y nuestras familias las adecuamos y encarrilamos con Fe ardorosa a la Santa Doctrina de Cristo, entonces comenzaremos a hacer bien las cosas. Con la ayuda de Dios. Nuestras actividades serán cada día más justas y perfectas.

Por medio de la investigación y el estudio de la Religión y de la Historia llegaremos a identificar a nuestros enemigos. Cosa que nuestros antepasados del siglo XVIII no hicieron por falta de estudio profundo en estas materias. Aún los Sumos Pontífices que estaban enterados de todo, solamente emitieron dos encíclicas contra la Masonería en ese siglo: Clemente XII, In Eminenti, 1738, y Benedicto XIV, Pro Vidas, 1751. Los demás responsables de la instrucción religiosa se ocuparon prioritariamente de los negocios temporales descuidando sus deberes de estado. La ignorancia o la indiferencia los dejaron inermes, debilitados, ayunos de valentía y sabiduría para advertir a la sociedad católica de su tiempo, del engrandecimiento de sus enemigos naturales: los judíos, los herejes protestantes y los masones liberales ateos.  Todos estos juntos, lograron organizar una doctrina anticatólica de corte puritano en las colonias inglesas de América del Norte. Aconsejados y dirigidos individuos, que con astuta inteligencia, elaboraron planes para dar asiento territorial a la Sede del Anticristo. La derrotada República Puritana de Olivero Cromwell del siglo XVII en Inglaterra, sería reconstruida en el Nuevo Continente. Para lo cual había que enrolar a los colonos descendientes de los puritanos perseguidos, por los monárquicos ingleses, e independizarlos de Inglaterra.

La creación de la República de la Libertad, enarbolando la doctrina de los “Derechos del Hombre”, contrapuesta al Reino de Dios, era el mismo desafío de Luzbel en su rebelión primigenia.

Los rebeldes angloamericanos protestantes y masónicos fueron ayudados, en su guerra contra Inglaterra, por la Monarquía católica de España y la de Francia, que no recapacitaron en un hecho importantísimo: que cuando ayudaron a George Washington y sus revolucionarios a independizarse de Inglaterra; estaban contribuyendo con ellos, a levantar el asiento del Anticristo.

La ignorancia de los monarcas y la mala fe de sus ministros masones, se conjuntó con la firma del Tratado de Versalles de 1783, tratado de paz y cooperación entre dos potencias católicas: España y Francia con la potencia protestante Inglesa, y con el estulto reconocimiento de la República Democrática y Federativa de los Estados Unidos de Norteamérica, asiento de todos  los valores antimonárquicos, de todos los credos religiosos anticatólicos y del lema tomado por los revolucionarios franceses en 1789: Libertad, Igualdad y Fraternidad para todos los hombres sin jerarquía.

La política de la Nueva República, madre de las República francesa y de todas las repúblicas hispanoamericanas, comenzó por intrigar en Francia contra el monarca, preparando la Revolución, desde la Embajada americana en París por Thomas Jefferson. 

Política seguida, con el Plan de expansión territorial a costa de los dominios americanos de las tres potencias europeas. Entre estos territorios, codiciados por los republicanos masones angloamericanos, estaban los pertenecientes al Reino de la Nueva España, nación en formación y antítesis de la Republica angloamericana.
Es curioso que un masón de alto rango y embajador del rey Carlos III de España en París; el Conde de Aranda, haya escrito una carta  al Rey, advirtiendo del peligro que corría la Nueva España por la firma del Tratado de Versalles.

Lo cierto es que ya en la última década del siglo XVIII, los espías yanquis comenzaron a penetrar los territorios norteños del Imperio Español con miras de ganar simpatizantes para la causa republicana, mientras los descuidados novohispanos los acogían con interés no exento de ingenua admiración. Para 1808 había en la ciudad de México varias logias masónicas clandestinas donde se habían iniciado los precursores de la Independencia como Hidalgo, Allende, Domínguez y otros.

Todos los cabecillas del movimiento revolucionario independentista se habían asesorado de individuos al servicio de los gobiernos norteamericanos quienes prometían ayudar a los ignaros novohispanos encandilados por las promesas de los masones protestantes. Con esa actitud, consciente o inconscientemente, traicionaron a su Religión Católica, a su Cultura hispana y a su pueblo,  colocando las bases de la futura destrucción del México del siglo XIX. La Historia oficial mexicana  nos presenta como "héroes" del pueblo mexicano, precisamente a esos traidores e inconscientes. POR LO TANTO, LA GESTA DE LOS CADETES DEL COLEGIO MILITAR DE 1847, REPRESENTA A LOS MEXICANOS QUE PELEARON EN FORMA DE GUERRILLAS DESORGANIZADS PERO SIEMPRE POR LOS INTERESES DE SU PATRIA, SIN COMPROMISOS DE PARTIDOS POLÍTICOS.

Son los Estados Unidos, en este siglo XXI, la nación más poderosa del mundo, que  ha impuesto a base de guerras genocidas alrededor del mundo, su sistema humanista de materialismo, suficiencia y libetinaje anticristianos.
México vive a su costado por desgracia y, solamente con la Fe ardorosa en Jesucristo y Su doctrina podremos sobrevivir con dignidad.
LUIS OZDEN

sábado, 14 de septiembre de 2013

LA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS A MÉXICO


LA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS A MÉXICO

Una guerra que tarde o temprano tendría que producirse, ya que las ambiciones yanquis sobre nuestro territorio novohispano databan desde la consolidación de la República Federativa y Democrática de los Estados Unidos de América, después del Tratado de amistad y cooperación con España, Inglaterra y Francia, anexo al de Versalles, Francia en 1783.

Los gobiernos de los Estados Unidos desde el de George Washington, hasta el de James N. Polk, tuvieron todo el tiempo necesario para preparar la guerra de rapiña sobre un país previamente desorganizado y debilitado,  por la actuación de la Masonería yanqui y su influencia indiscutible sobre los revolucionarios y los ambiciosos políticos mexicanos. Que al fin y al cabo, terminarían por traicionar al pueblo católico de México postrándose a los pies de sus enemigos naturales: los angloamericanos protestantes y masones.

La guerra contra México comenzó con mentiras, agravios, insultos y amenazas, como  la y separación de los colonos texanos en 1836 para formar un Estado independiente bajo la protección de los Estados Unidos, y luego, la toma del puerto de Monterey en Alta California en 1842, la capital Santa Fe de Nuevo México y el puerto de  San Diego. Sin haber mediado ningún estado de guerra ni amenazas de los gobiernos mexicanos que estaban atados de manos y pies por su desorganización, falta de medios económicos y obediencia a las logias masónicas pro yanquis. Solamente fue hasta el 11 de mayo de 1846 que el presidente James Polk, de acuerdo con el Congreso declaró oficialmente la guerra a nuestro país, ya que sus tropas habían invadido, de hecho, diversas partes del territorio mexicano.

La campaña del Winfield Scott general en jefe, comenzó en Veracruz en marzo de 1847 y terminado en las afueras de la ciudad de México, había durado más de medio año. Por tanto para septiembre estaba por terminar la guerra más injusta contra un país que no había agredido a ningún otro, que no poseía territorios usurpados, ni sembrado violencias, ni rivalizado con alguna otra nación. México estaba inerme y pobre, con un ejército en condiciones lamentables, la mayor parte producto de las levas. La marina del Golfo la componían 10 buques de vela viejos, con trescientos ochenta tripulantes y catorce piezas de artillería. El ejército de tierra estaba disgregado y había sufrido derrota tras derrota. El peso de la defensa la habían hecho  los particulares armados en forma de guerrillas que hostilizaban constante mente al enemigo. Ese era el panorama que presentaba. El país agredido ya no daba para más, solamente quedaban los actos heroicos como el de los cadetes del Colegio Militar, exigua minoría de valientes.





LOS NIÑOS HÉROES

EL ASALTO AL CASTILLO DE CHAPULTEPEC

Hoy día 13 de septiembre se cumplen 166 años de su Gesta

Era el 11 de septiembre de 1847, el general en jefe de las tropas agresoras yanquis  Winfield Scott determinó atacar la capital de México por el lado del Castillo de Chapultepec, con un constante bombardeo de la artillería, haciendo grandes destrozos del alcázar y desmoralizando a los defensores que no contaban con almas de largo alcance.

En la madrugada del día 13 se hizo más intenso el bombardeo y a las ocho de la mañana se comenzó el asalto con cuatro divisiones cada una por los cuatro costados del castillo con un total de unos 7000 efectivos. Mientras que el general Nicolás Bravo solamente contaba para repeler a los enemigos con 832 hombres dispersos en diversos puntos del edificio.

Los defensores debían ser apoyados por  escasos 2450 soldados del general Rangel en las calzadas cercanas y más de 3000 soldados dirigidos por Juan Álvarez en la Hacienda de los Morales. Pero estas tropas de apoyo no se movieron de sus lugares ni entraron en acción traicionando a su patria. Existe una carta de uno de los cadetes defensores del Castillo de Chapultepec denunciando la inaudita falta de esas tropas:

“José Hilario Pérez de León oficial escribiente del Archivo general de la República Mexicana, ante V.E. con el respeto debido digo:  q. desde el 13 de septiembre último tuve la desgracia de perder enteramente mi brazo en el punto de Chapultepec, sosteniendo los derechos nacionales entre los alumnos del Colegio militar, donde me presenté y fui agregado por orden del E.S. Gral. D. Nicolás Bravo q. a la vez se encontraba mandando el referido fuerte, y (fuimos) los únicos q. cumplieron con sus deberes en el mismo, porque todas las demás tropas faltaron y por cuyo motivo fuimos envueltos por el enemigo, y yo, mutilado sin provecho de mi amada Patria….”

Murieron heroicamente el teniente Juan de la Barrera y los alumnos Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez, Juan Escutia y Francisco Márquez,  tres más quedaron heridos: Hilario Pérez de León, Andrés Mellado y Agustín Romero.

Cayeron prisioneros el general Mariano Monterde director del Colegio Militar, 16 de sus subordinados: Capitán Francisco Jiménez; Tenientes Manuel Alemán, Agustín Díaz, Luis Díaz y Fernando Poucel; Subtenientes Ignacio de la Peza, Amado Camacho, Luis G. Barnet y Mnuel Poucel; Despensero Eusebio Llantadas. Otros: Mariano Azpilcueta, Fernando Soto, Francisco Jiménez, Capellán Pablo Carrasco,  Cirujano Rafael Lucio, Rafael Landero.

2ª Compañía: Teniente Coronel Tomás García Conde. Teniente Joaquín Argáiz, Sargento Teófilo Novis, Corneta Antonio Rodríguez.

39 alumnos de fila:

Joaquín Moreno, Pablo Banuet, Horacio Valle, Francisco Leso, Antonio Solá, Sebastián Trejo, Luis Delgado, Ruperto Pérez de León, Cástulo Galicia, Feliciano Contreras, Francisco Morales, Miguel Miramón Tarello, Gabino Montes de Oca, Luciano Becerra, Adolfo Unda, Manuel Díaz, Francisco Morel, Vicente Herrera, Onofre Capelo, Magdaleno Yta, Emilio Laurent, Francisco Molina, Mariano Cobarrubias, Bartolomé Díaz de León, Esteban Zamora, Manuel Ramírez de Arellano, Ignacio Burgoa, Lorenzo Pérez Castro, Carlos Bejarano, Isidoro Hernández, Santiago Hernández, N. Escontría, Ignacio Valle, Rafael Landero, Wenceslao Ferriz, Justino García, Simón Álvarez, Ignacio Ortiz, Ramón Rodríguez.

El 23 de diciembre de 1847 se creó una Cruz especial para los mismos defensores y, en 1884 se dispuso que en el Colegio Militar se les siguiera pasando lista. Para celebrar el Centenario de la Batalla de Chapultepec, se rescataron los restos de los jóvenes héroes que estaban enterrados en el bosque al pie del Castillo, donde se eleva un pequeño monumento conmemorativo. El 27 de septiembre de 1952 se levantó el soberbio monumento situado al comienzo del Paseo de la Reforma, en la ciudad de México.

Recordemos a estos héroes sin mancha, sin compromisos políticos. Para ellos solamente contaba la defensa de la Patria contra la guerra más injusta de una potencia rapaz a una nación debilitada, desunida y traicionada por sus propios gobernantes en 25 años de luchas de partidos.

¡VIVAN NUESTROS NIÑOS HÉROES!

 Luis G. Pérez de León R. 13 de septiembre 2011

Editó Luis Ozden.

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MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA, Falso padre de la independencia de México







Advertencia:

Cuando un historiador verdaderamente católico trata de personajes consagrados como héroes por  el liberalismo imperante en la historia oficial mexicana, puede causar resquemores, dudas, incomprensión o franca antipatía aún entre los lectores que dicen pertenecer a la religión católica.

Pero cuando se trata del llamado “Padre de la patria mexicana”, como aparece en los libros y documentos oficiales que existen en todos los centros educativos de la nación, y más aún, cuando se le rinde el máximo homenaje popular en la llamada fiesta nacional del 15-16 de septiembre, entonces no falta quien descalifique, a priori, al que se atreva a derribar ese supuesto héroe de su pedestal.


Durante casi doscientos años (1) ha sido tan intensa y constante esta falsa afirmación, dada desde las altas esferas políticas y gubernamentales hasta los más modestos ayuntamientos o alcaldías y, por supuesto, en todos los centros educativos laicos y no pocos religiosos, dentro y fuera del país donde existen comunidades mexicanas. Que aquí nos encontramos con un caso muy grave de distorsión de la verdad histórica, de suplantación de la realidad por ocultamiento de los  motivos que llevaron a Miguel Hidalgo a semejante empresa revolucionaria. Y de la extraña paradoja que han contemplado unas diez generaciones de mexicanos;  de ver elevado a los altares liberales anticristianos a un sacerdote de la Iglesia Católica nombrándolo “Padre de la Independencia mexicana”. Pero, vamos a demostrar que no hay contradicción, que todo está lógicamente encadenado por el hilo conductor de la actuación  de las sociedades secretas entre los individuos y los pueblos ajenos a ellas.

También, el sentido cristiano de la historia nos obliga a reconocer a Jesucristo como centro y fin de la historia universal, Él, marca los lineamientos para juzgar, para  relatar los hechos y los personajes que han influido en las naciones a través de los tiempos.


Las razones de la Independencia


Cuando se estudia el periodo que va  desde el año de 1767,  cuando fueron expulsados los Padres de la Compañía de Jesús de todo el  Imperio Español, hasta el año de 1808 en que aparecen los primeros intentos  de independencia americana; se va descubriendo que entre los inconformes con el gobierno de la Corona se encuentran numerosos religiosos, tanto frailes como sacerdotes de la Iglesia católica. Estos van a ser los cerebros y muchos de los ejecutantes de la revolución de independencia hispanoamericana apenas tres décadas después de la expulsión de los padres jesuitas. (2)


Los  padres jesuitas habían sido el brazo fuerte de la Iglesia desde que San Ignacio de Loyola creó la Compañía de Jesús en el siglo XVI para defender al Institución del Papado, la ortodoxia de la Doctrina y la lucha contra la corrupción de los hombres de iglesia. La Compañía era, por tanto, odiada por la Masonería (3)  enemiga jurada de la Iglesia Católica.

El rey de España Carlos III,  influido por sus ministros masones, decretó el edicto de expulsión el 1º  de abril de 1767. Con ese infeliz acto, la enseñanza verdaderamente católica quedó herida de gravedad. Tanto los hijos de las familias principales como los humildes indios de las misiones del norte quedaron sin su protección, a merced de las nuevas ideas filosóficas disolventes de la moral católica, porque los sacerdotes y religiosos de las  otras órdenes no fueron capaces de conservar la ortodoxia de la Fe.

Las ideas naturalistas y liberales de los filósofos ingleses, franceses y angloamericanos protestantes pronto influyeron en la mente de las clases educadas, tanto laicos como sacerdotes irreflexivos que quisieron ponerse a la moda de los franceses.

Sin embargo, en el fondo de todo esto, estaba el movimiento de las logias para desmembrar el Imperio Español Católico a favor de las nacientes repúblicas democráticas y masónicas: Los Estados Unidos de América en 1776 y la República Francesa anticristiana de 1789.




El joven  Miguel Hidalgo y Costilla


Miguel Hidalgo y Costilla tiene varias facetas en su personalidad, las principales son: su actuación  pública como sacerdote y como revolucionario, y la privada, como todo ser humano.

El cura Hidalgo nació el 9 de mayo de 1753 en la hacienda de San Diego de Corralejo, en la jurisdicción de Pénjamo, en la Intendencia de Guanajuato. Fue el segundo de los cinco hijos del matrimonio formado por Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María  Gallaga Mandarte Villaseñor, criollos ambos. Sus primeros estudios los hizo en la hacienda donde vivían sus padres. A los doce años de edad fue enviado junto con su hermano Joaquín, a la ciudad de Valladolid al colegio de San Francisco Javier, atendido por los padres jesuitas, de ellos fue alumno solamente dos años, privándolo de esa sólida formación la expulsión de los maestros  por el edicto de 1767.

El joven Hidalgo regresó al colegio de San Nicolás donde destacó en forma brillante, graduándose a los 17 años como bachiller en letras con una beca para la Real y Pontificia Universidad de México, donde al poco tiempo, fue bachiller en Artes, De regreso al colegio de San Nicolás se puso a estudiar Teología escolástica, sin embargo no pudo terminar su carrera porque tuvo riñas con  sus compañeros, que lo apodaban “el zorro” por su comportamiento astuto y sus ojos color verde amarillento. Miguel Hidalgo   fue expulsado del Colegio, aunque perdonado mas tarde, terminó sus cursos con las más altas calificaciones, lo que le hizo recibir el honor de presentar su examen en la Pontificia de la ciudad de México.

Siguió sus estudios canónicos con  igual eficiencia y en 1778, a sus 25 años de edad, recibió de manos del Obispo Juan Ignacio de la Rocha la potestad de celebrar la Eucaristía y absolver los pecados.

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El cura y rector  Miguel Hidalgo


Ya como sacerdote comenzó a desempeñar diversas cátedras en el Colegio de San Nicolás de Valladolid, aprendió los idiomas francés e italiano,  además del latín, y entendía algunas lenguas indígenas. Desempeñó tan brillantemente su profesorado que en una década llegó a ser el Rector más joven en la historia del Colegio.

Con su actividad constante, su talento e inteligencia pero también su astucia, al acercarse al Obispo de Michoacán, don Antonio de San Miguel Iglesias, hizo que éste le concediera los beneficios de la rica parroquia de Santa Clara del Cobre con una renta de 500 ducados anuales; cantidad enorme para la época, 1790. Lo  que le permitió hacerse de las haciendas Jaripeo, Santa Rosa y San Nicolás. Después de esto su mira estaba puesta en ser Obispo. Pero cuando los bienes de este mundo no están puestos al servicio de Dios corrompen a quien los detenta. Y este fue sin duda el caso del rector Hidalgo.


El cura impío Miguel Hidalgo


Entre los años 1790 y 1800, el señor rector comenzó a  olvidar sus deberes de eclesiástico dedicándose a la vida social. Organizaba fiestas y tertulias literarias, leía los libros prohibidos por el Tribunal del Santo Oficio, especialmente los que llegaban de contrabando desde Francia y de  los Estados Unidos. Reunía en su casa a muchos sospechosos de profesar las ideas de la Revolución francesa, donde se comentaban con desusada libertad los principios anticristianos de los filósofos Juan J. Rousseau y Francisco M. Arouet alias Voltaire. (4).

Hacia el año de 1792, el cura Hidalgo era un  gran empresario en todo tipo de inversiones,  mayormente en la agricultura y en las artesanías hasta hacerse un hombre rico. Sin embargo, su pasión por el juego le llevó a contraer cuantiosas deudas, se enemistó con el Cabildo de Valladolid y fue  citado por el Tribunal de la Inquisición, acusado de trato deshonesto con mujeres y de vivir amancebado con una señora de quien tenía dos hijos. A causa de todo esto tuvo que renunciar a su rectoría en el Colegio, pagar sus deudas con una de sus haciendas y marcharse precipitadamente a la ciudad de Colima para servir en un curato por orden del Obispo.

A los ocho meses de estar en Colima fue regresado a Valladolid pero ya nunca más a su antiguo cargo de rector.

Luego, en 1793 el Obispo le concedió los cargos de cura, vicario y juez eclesiástico de San Felipe en Guanajuato. Ahí formó una extensa biblioteca con autores franceses de libros señalados en el índice como

Anticatólicos. Desde San Felipe hacía frecuentes viajes a Dolores, Lagos y Guanajuato donde tenía multitud de conocidos, la mayoría, desorientados súbditos que veían en el cura  a una persona capaz de guiarlos en aquella época prerrevolucionaria. A estas personas les llevaba el virus de las ideas impías que absorbía de sus admirados filósofos naturalistas.

En el año de 1798 el Cabildo de Valladolid volvió a acusarlo de no pagar sus nuevas deudas de Juego,  de leer libros prohibidos y de propagar actividades sediciosas. En abril de ese año había afirmado en una tertulia con los sacerdotes Joaquín Huesca, Manuel Estrada, Antonio Romero y José Martín García “que el gobierno de la Iglesia estaba manejado por ignorantes, que la Biblia debía estudiarse con libertad de entendimiento y que las Epístolas de San Pablo eran apócrifas”   

Esta segunda llamada del Santo Oficio tampoco tuvo eco en quienes debían sancionar sus desvaríos doctrinales y morales, pues su expediente se archivó como había sucedido con el primero.

En 1802 consiguió ser cura del pueblo de Dolores a la muerte de su hermano el cura José Joaquín, en esa localidad se asentó con toda su familia continuando su vida social y ocupándose de todo menos de sus fieles a quienes dejó encargados al padre Francisco Iglesias.

Toda esa época hasta el año de 1810 se le ve ilustrándose y llenando su vida de toda clase de placeres y actividades fuera de la Religión, viviendo amancebado con otra mujer de quien tuvo otras dos hijas: Micaela y  Josefa. También, de un tratado para fabricar armas, se atrevió a fundir varios cañones con el pretexto de dar realce a las festividades religiosas.

Miguel Hidalgo y Costilla había perdido completamente la Fe, no estamos seguros de si alguna vez la tuvo, ya que, tanto él como muchos de los candidatos a ser ministros de Jesucristo entraban en los seminarios para ser sacerdotes y disfrutar del ascendiente y bonanza económica que les daba ser cura de alguna parroquia, sin tener realmente vocación de servicio a Dios y a las almas. Esta es la principal razón de que hubiese tan gran número de sacerdotes revolucionarios.


El masón Miguel Hidalgo y Costilla  


  El norteamericano maestro masón Richard E. Chism en su “Historia masónica de México” afirma que en 1806 se formó en la ciudad de México una Logia masónica del rito de York, es decir, de obediencia inglesa. Y que en ese año en la casa no. 5 de la calle de las Ratas (hoy Bolivar) fueron iniciados Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Miguel Domínguez corregidor de Querétaro y otros. El maestro masón grado 33 Dr. Julián Gascón escribe en su tratado “Los primeros masones y la formación del supremo consejo de México”  exactamente lo mismo.

Hidalgo tenía relación de  amistad con un antiguo alumno del Colegio de San Ildefonso, el sacerdote  jesuita Manuel Iturriaga admirador del ex jesuita Adam Weishaupt creador de la secta de los Iluminados. Este sacerdote impío que fungía como Rector del Colegio San Francisco Javier de la ciudad de Querétaro, tenía elaborado un Plan revolucionario para separar la Nueva España de la Corona por medios violentos desligándose de cualquier potencia europea, expulsar a los españoles y quedarse con sus bienes. Era en líneas generales el Plan que la Logia de Nueva Orleáns en los Estados Unidos había confeccionado para llevarlo a cabo por medio de aquellos revolucionarios que fueran escogidos por ella. Miguel Hidalgo en compañía del capitán Ignacio Allende viajó varias veces a entrevistarse con Iturriaga para conocer los detalles del Plan. El padre Iturriaga estaba adscrito también a la Masonería.


La razón de que los políticos liberales rindan homenaje a un sacerdote católico y lo llamen “Padre de la Independencia y de la Patria” es precisamente porque este cura era masón obediente a los dictados de la secta, para destruir la Nueva España en beneficio del gobierno norteamericano. Entre las primeras disposiciones que emitió su gobierno itinerante estuvo la de mandar a Pascasio Ortiz de Letona  a Estados Unidos pidiendo ayuda material y moral para los insurgentes.

El historiador don Antonio Gibaja y Patrón escribe en su obra “Las Revoluciones sociales de México”: “De los estudios históricos de México, aparece que John Adams de los Estados Unidos, Jorge III de Inglaterra y Napoleón I de Francia fueron los agitadores del Partido Liberal y los promotores de la Independencia de México”

El revolucionario Miguel Hidalgo y Costilla


La Masonería es el Misterio de Iniquidad de que habla San Pablo en su 2ª. Epístola a los Tesalonicenses, extrae de los individuos que selecciona, todos los instintos bestiales que un hombre pueda tener y los encausa para sus fines de destrucción del orden cristiano (5). Cualquier individuo, una vez comprometido bajo juramento con  los jefes de la Secta va a poner en práctica los horrores de su innata maldad.


Hidalgo y sus compañeros revolucionarios tenían previsto iniciar la insurrección el 1º de diciembre de 1810 en San Juan de los Lagos aprovechando la concentración de gente para la fiesta de la Santísima Virgen. Pero, la conspiración fue denunciada en Querétaro por el capitán Joaquín Arias quien de ese modo alertó al Brigadier don Ignacio García Rebollo de la intención de degollar a todos los españoles.

El primer grito de guerra de Hidalgo fue: “Somos perdidos. Aquí no hay mas recurso que ir a coger gachupines”.


De modo que los acontecimientos precipitaron el inicio de la revolución y en  el pueblo de Dolores, el 16 de septiembre a las 6 de la mañana se inició una auténtica guerra civil de muerte y destrucción. Miguel Hidalgo, vaciando las cárceles de criminales, armándolos y reuniendo entorno suyo a toda la plebe de los lugares que pasaba, incitándolos al robo de quien algo tenía, marchaba como jefe absoluto, no de un ejército sino de una desordenada banda de forajidos. Los que tenían algún resentimiento, maldad, codicia o venganza contra alguien se le  iban agregando.

Su primer estandarte de guerra era una bandera  roja cuartelada con franjas negras en cuyo crucero aparecía un cráneo en medio de dos canillas con cuatro estrellas de seis puntas masónicas. A este estandarte se le llamó “El doliente de Hidalgo” , ante las críticas de muchos de sus seguidores, posteriormente, tomó el estandarte de la Virgen de Guadalupe como bandera de la revolución para engañar mas fácilmente al pueblo devoto instándolos, con ello, a no hacer resistencia.


Podemos afirmar que su carrera fue meteórica. Pronto cayeron bajo su férula  San Miguel, Celaya Guanajuato, Valladolid y los principales pueblos de Michoacán, siguió hacia Toluca y se dirigió a la ciudad de México deteniendo su marcha a muy poca distancia de ella. Habían pasado menos de dos meses desde el llamado “Grito de Dolores” y su influencia crecía de semana en semana. Casi sin enfrentar ninguna batalla seria y por la ayuda de otros revolucionarios entró en Guadalajara el 28 de noviembre, esta ciudad, como las anteriores, estaba ganada por la infiltración de las logias entre las personas principales. El pueblo de la capital de la Nueva Galicia se le entregó lleno de júbilo, a tal grado que en la Catedral se cantó un Te Deum en su honor y después un suntuoso banquete y baile  el Real Palacio donde se alojó.

Sus incondicionales comenzaron a dirigirse a él como “Su Alteza Serenísima”, pero,  nada de lo anterior evitó que “Su Alteza” ordenara mas tarde degollar a todos los europeos prisioneros de las turbas, lo mismo hacía en todas las poblaciones que tomaba. En Guadalajara no bajaron de mil los asesinados.  Hidalgo se presentaba como el “Libertador de los pueblos oprimidos”, ofrecía a las chusmas que serían dueños de las tierras y de las riquezas de los europeos.

Como botón de muestra vamos a transcribir una Carta Provincial de los Franciscanos que aparece en el libro “La cuestión religiosa en México” del padre Francisco Regis Planchet, que este autor entresacó de la Sentencia de Degradación de Hidalgo:

“De orden suya se sacaban a los españoles europeos a escondidas por la noche en partidas de 40 o más, de los que había reunido en Valladolid y Guadalajara. Y los mataban en barrancas y otros lugares ocultos.

 La primera de estas partidas se sacó el 12 de diciembre, como si por ser día de la aparición de la Virgen, que sacrílegamente había tomado Hidalgo por patrona de su rebelión, hubiese querido solemnizar la festividad con tan horrible sacrificio. Entre los degollados había hombres venerables por sus virtudes, benéficos en los lugares donde residían y, según admitió Hidalgo en su proceso, había muchos eclesiásticos”


Hastiados de los excesos de Hidalgo; Allende y sus propios compañeros revolucionarios consultaron a varios sacerdotes sobre si sería lícito darle veneno para evitar tantos asesinatos. Después de ser derrotado Hidalgo por el general Calleja en Puente de Calderón, Allende y los otros jefes revolucionarios finalmente decidieron separarlo del mando amenazándolo de muerte. Comenzó entonces la declinación de su estrella, en la huída de los revolucionarios rumbo  a los Estados Unidos iba prisionero con guardias para que obedeciera lo que se le dictaba.

La muchedumbre de indios que había seguido a Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y los otros jefes, por el centro del país donde había riquezas que saquear, viendo que escaseaba el botín,  fueron abandonando la columna hasta abandonarlos totalmente.


 En marzo de 1811 los insurgentes llegaron a Saltillo, lugar donde Hidalgo entregó el mando militar a Ignacio Allende y rechazó el indulto que le ofrecía el Monarca español.

Los jefes revolucionarios decidieron huir hacia el norte hasta Texas para alcanzar después la frontera con la Louisiana  y obtener la ayuda material y moral ofrecida por el presidente James  Madison de los Estados Unidos. Así que emprendieron la marcha hacia la ciudad de Chihuahua, pero el 21 de abril y por medio de una estratagema  del capitán Francisco I. Elizondo (6) fueron apresados todos en la población de Acatita de Baján y llevados maniatados con hierro a la ciudad de Chihuahua donde comenzó su proceso.

Los interrogatorios, la degradación de Hidalgo de su condición sacerdotal, el juicio del Tribunal de la Inquisición, la Junta de Guerra y todo lo concerniente a sus delitos con los testigos etc., etc. tardaron más de dos meses.  El 30 de julio de 1811 a la hora del alba Miguel Hidalgo y Costilla de 53 años cumplidos cayó muerto por el pelotón de fusilamiento. ¿Qué pensaría ese cerebro, cuyo corazón estaba corrompido hasta la médula antes de su ejecución? Cuando el  capitán  Simón Elías le preguntó por su último deseo antes  de morir,  Hidalgo pidió que le trajeran una jarra con leche y unos dulces….. (7)


Efectos de la Revolución de Miguel Hidalgo y Costilla


En tan solo 11 meses de campaña revolucionaria la sociedad de la Nueva España había quedado conmovida hasta sus cimientos, todas las capas de la población se veían con desconfianza. Había fomentado el odio entre españoles europeos y americanos, entre las diversas razas que poblaban el extenso país, entre los ricos y los pobres, entre los curas de pueblo y las autoridades de la Iglesia.  En ese corto espacio de tiempo los trescientos años de estabilidad y paz se habían destruido para siempre.


Entre otros hechos negativos que Hidalgo había inaugurado con su  Revolución estaban:

La Ley Fuga”; acuchillando en las tinieblas a incontables comerciantes y empresarios robando sus fortunas. Fue el primero en mendigar la intervención armada de los protestantes angloamericanos, fue el primero en sembrar la cizaña del socialismo y comunismo mediante el saqueo sistemático de los propietarios, el primero en predicar, con su propio ejemplo, del amor libre, ajusticiamiento sin proceso, del “derecho” de rebelión, del “derecho” a quedarse con tierras ajenas repartiendo las haciendas que no eran suyas. Ni él ni sus hermanos repartieron ni un palmo de sus tierras.

En cuanto a la Iglesia; fue enemigo de las órdenes monásticas, humilló cuanto pudo a la jerarquía eclesiástica coartando la libertad de su jurisdicción y mandando asesinar a incontables sacerdotes, solamente por el delito de ser europeos. Difundió entre sus allegados numerosas herejías de corte protestante.

Su rebelión fue el principio de la destrucción del país cuya independencia fue lograda por don Agustín de Iturbide el 27 de septiembre de 1821 con el Imperio Católico que duró solamente menos de dos años a causa de la intervención de la República democrática norteamericana y sus logias. Perdiendo, México, su verdadera independencia para siempre.

Volvemos a citar al Lic. Gibaja y Patrón quien con gran lucidez  asienta en el primer tomo de su Obra “Las Revoluciones Sociales de México”:

“La revolución de Independencia no fue ideada por Hidalgo ni su voluntad tampoco era la que imperaba en ella, pues es bien sabido que Hidalgo y Allende eran masones, y como tales, ciegos y dóciles a la voluntad de las logias….” las órdenes venían del jefe supremo de la masonería universal residente en Charleston USA.

Por lo expuesto anteriormente, Miguel Hidalgo y Costilla, no fue prócer de la Independencia de México ni menos Padre de la Patria mexicana.

Luis Ozden.

Septiembre de 2011.


Bibliografía y Citas:


CITAS:

(1)     En el año de 1823 la Asamblea o triunvirato que estaba encargada del gobierno después de la abdicación de Iturbide con Emperador, ya hablaba de constituir una república democrática de corte yanqui y había elevado al difunto Miguel Hidalgo como Prócer de la Independencia.


(2)     En el año de 1807 se instruyó en la ciudad de Nueva Orleáns, causa judicial a unos sujetos de nacionalidad norteamericana que pretendían emancipar a la Nueva España, darle un gobierno propio, pero aliado y protegido del de los Estados Unidos. “Documentos Históricos mexicanos”  Genaro García, SEP.


(3)     La Masonería abarca actualmente (siglo XXI) a todas las sociedades secretas y semi secretas de mundo entero, es el Misterio de Iniquidad de que hablan San Juan  y San Pablo, previo a  la llegada del Anticristo. Los individuos que la siguen son los instrumentos del Maligno para  destruir el Orden Cristiano. Ha infiltrado  ya toda la Sociedad civil y también a la Jerarquía de la Iglesia Católica que desde la década de 1960 ya no lo oculta. Por lo que se nos afirma la creencia  de que hemos llegado al “Fin de los tiempos”.


(4)     Francisco María Arouet alias Voltaire, influyente  filósofo, escritor y poeta, todo su pensamiento está  impregnado de naturalismo y liberalismo,  a pesar de haberse educado por los jesuitas en París, empleo su viva inteligencia en esparcir sus ataques a la Iglesia Católica. La masonería internacional adoptó su pensamiento destructivo para destruir el Orden Cristiano.

 

(5)     “El Misterio de Iniquidad” San Pablo en su 2ª. Carta a los Tesalonicenses, 2,  3-7


(6)     El Capitán de milicias Francisco Elizondo que estaba retirado en el Norte y había dejado las huestes de Hidalgo poco antes, de acuerdo con los realistas, aparentó volver con los que huían y vitoreándolos los pudo desarmar y poner presos.


(7)  “La cuestión religiosa en México”, Fco. Regis Planchet ,1957


BIBLIOGRAFIA:

Alamán Escalada Lucas, “Historia de Méjico”, Fondo de Cultura Ec. S. A. de C. V. Ed. Facsimilar; México 1985. 5 Tomos

Documentos Históricos Mexicanos, Consejo Nacional de Fomento Educativo, Ed. Facsimilar, México 1985.

Enciclopedia  de México, SEP. México 1988.

Gascón Julián Dr. “Los primeros masones y la formación del Supremo Consejo de México”, Ed. Vertiente, México 1994.

Gibaja y Patrón Antonio, “Comentario Crítico, Histórico, Auténtico a LAS REVOLUCIONES SOCIALES DE MÉXICO”, Ed. Tradición, México 1983. 5 Tomos

Gran Enciclopedia “Círculo de Lectores”, Plaza y Janés, Barcelona 1987.

Pérez de León Rivero Luis, Apuntes propios, “El Destino Manifiesto angloamericano es de origen calvinista”.

Regis Planchet Francisco Pbro. “La Cuestión Religiosa en México”, Imp. Moderna, Guadalajara, México 1987.

Sánchez Ruiz Pedro  “Nacimiento, Grandeza, Decadencia y Ruina de la Nación Mejicana”, Ed. Honor y Fidelidad  2005.